Muchas son las teorías sobre el origen del apodo de «Bola de Nieve».
Algunos afirman que fue ideado por los habitantes del pueblo natal del músico, otros declaran que fue Rita Montaner, quien sorprendida por su genialidad, lo llamó así por primera vez. Lo cierto es que este virtuoso, cuya originalidad y voz quebrada hizo vibrar los escenarios de todo el mundo, supo transitar desde sus humildísimos inicios hasta la fama internacional con la rapidez vertiginosa de las avalanchas.
Bola de Nieve, cuyo verdadero nombre fue Ignacio Villa, nació en Guanabacoa, uno de los poblados habaneros de más tradición musical y folklórica. En ese lugar, de donde también son oriundos los eminentes músicos Ernesto Lecuona y Rita Montaner, dio sus primeros pasos.
En 1923 comenzó a estudiar solfeo y teoría musical, y sus primeros trabajos fueron más que modestos: O acompañaba los filmes mudos que por ese entonces se proyectaban en el cine del pueblo, o bien actuaba de sustituto en el Teatro Carral cuando el pianista de la función faltaba. Sin embargo, en muy poco tiempo conseguiría el reconocimiento de buena parte de la crítica musical cubana.
A pesar de ello, Bola de Nieve no se detuvo, y su salto a la fama mundial no se hizo esperar.
Bola de Nieve: Primero fue México y La Habana, después el Mundo
Fue Rita Montaner quien primero supo ver el talento del músico. Lo escogió como su acompañante en una gira que haría en México, después de verlo tocar en la banda de Gilberto Valdés. Allí, en el teatro Politeama y frente a más de 3.000 espectadores, improvisó “Tú no sabe inglé, Vito Manué” sustituyendo a la propia Montaner.
El éxito alcanzado fue tal que continuó tocando en el país después de que la cantante regresara a Cuba en 1933. Su coterráneo Ernesto Lecuona lo descubrió en una de esas ocasiones y además de convertirse en uno de sus más fieles admiradores, lo convenció de volver a la Isla y regalar con su arte a los cubanos.
A su regreso y como parte de la compañía musical del autor de “La Malagueña”, comenzó una gira por el país y más tarde por los más diversos lugares del mundo como Rusia, China, América Latina y los Estados Unidos. A finales de los años 40’ cantó por primera vez temas de su autoría. En la lista figuraban los grandes éxitos “Carlota ‘ta morí” y la universal “Mamá Inés”, en honor a su madre.
En 1950, protagonizó en CMQ radio el programa Gran Show de Bola de Nieve, en el que además fungía como director de orquesta. Durante el resto de su carrera siguió trabajando con importantes músicos tanto cubanos como extranjeros y su fama lo hizo visitar Francia, Italia y Dinamarca, entre otros. Aunque cantaba principalmente en español, compuso piezas también en inglés, italiano, francés y portugués. Su voz inolvidable y su estilo singular, ha dejado para la posteridad, además de las canciones ya mencionadas, otras como “Si me pudieras querer” o “Arroyito de mi casa”.
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