que la patria os contempla orgullosa.
No temáis una muerte gloriosa,
que morir por la Patria es vivir.
En cadenas vivir, es vivir
en afrenta y oprobio sumido.
Del clarín escuchad el sonido.
¡A las armas valientes corred!
Desde que tenemos uso de razón sabemos que cada país tiene un himno, acogido como símbolo nacional y que es cantado en actos solemnes acompañando el izaje de la bandera. En su gran mayoría este canto rinde tributo a un momento de la historia de la nación, ya sea por motivo de su independencia o en honor a alguna figura importante. Todos los países tienen su himno, con letra y música como acompañamiento -a excepción del español que no tiene letra-.
Los himnos son una de las formas poéticas más antiguas que existen. Surgieron con el propio nacimiento de las antiguas civilizaciones pues ellas creaban himnos o composiciones corales, cantadas en alabanza a sus dioses. Con el paso de los años estas composiciones han ido adquiriendo estructura propia de cada país, pero en su generalidad tienen como norma que los versos estén organizados en estrofas y presenten rimas. A su vez, debe tener un coro o estribillo a repetirse entre las estrofas.
El tema central debe girar en torno a un personaje, elemento, valor o acontecimiento especial poseyendo un tono solemne. También debe contar con la utilización de figuras literarias para darle una mayor expresividad poética que despierte la emotividad de los destinatarios y deberá representar el sentir de un grupo mayoritario de personas.
El caso del himno cubano no fue un aparte a estas características. En 1868, en vista al inicio de la gesta independentista, fue compuesto por Pedro Figueredo e instrumentado por Manuel Muñoz Cedeño. En la ciudad de Bayamo, cuna del nacionalismo cubano, se cantó por primera vez un 20 de octubre, de ahí que su nombre inicial sea «La Bayamesa». Es un canto épico e himno de guerra y de victoria que debía llamar al combate y exaltar el sentimiento patrio.
Su estructura musical y poética sigue el patrón rítmico de una marcha y se complementan en la música desde el punto de vista melódico y formal. Está conformado por seis estrofas o cuartetas de veinticuatro versos, que transgreden el molde clásico de la redondilla. El autor se sirve de la polimetría, prescindiendo de estructuras métricas cerradas y de la rima tradicional.
En las seis estrofas relaciona versos sueltos o libres: el 1 y 4 con los 2 y 3 de rima consonante. El texto en estrofas de cuatro versos decasílabos corresponde a las estructuras que se usaban en el Siglo XIX para las canciones cubanas, aunque el lenguaje empleado no era el habla común del cubano no impidió su aprendizaje ni su identificación como himno cubano. Cuando se adoptó como Himno Nacional se suprimieron las cuatro últimas estrofas para no faltar el respeto a la nación española pues aludían a la lucha contra ese país.
Las partituras originales del himno desaparecieron con el incendio de Bayamo, pero el autor repitió la escritura de la partitura para voz y piano a petición de una amiga.
La versión actual de La Bayamesa es la que José Martí publicó el 25 de junio de 1892 en su periódico Patria, armonizada por Emilio Agramonte, y que fue revisada en 1898 por Antonio Rodríguez Ferrer.
0 Comments