Alejo Carpentier y la música en Cuba

Mar 9, 2020

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En 1946, Alejo Carpentier publicó en México un libro titulado “La música en Cuba”.

Paradójico resultaba el hecho del autor que conocemos por ser partícipe de un movimiento denominado Realismo mágico, fundamentalmente por sus libros “El reino de este mundo” y “El siglo de las luces”, hiciera toda una disertación sobre el estado de la música. Pues sí, Alejo Carpentier escribió sobre música.

Por pedido de los editores del Fondo de Cultura Económica, en 1939, se le solicitó que escribiera un pequeño volumen de carácter panorámico y divulgativo sobre la historia de la música en Cuba. Trabajo difícil cuando existía muy poca documentación para evaluar tal tema. Solo se poseían manuscritos de Serafín Ramírez y Laureano Fuentes.

Ello conllevó a la búsqueda de información, no solo en la Biblioteca Nacional y en la Sociedad Económica Amigos del País, dos de los archivos más importantes de la Isla, sino también en sacristías de templos buscando partituras, más allá de la capital. Así encontró en la Catedral de Santiago de Cuba la vasta obra dejada por Esteban Salas, siendo este uno de los mayores aportes del ensayo.

También esta obra de Alejo Carpentier tiene el mérito de mostrar la múltiple diversidad sonora que se tenía en el archipiélago cubano: la contradanza que trajeron los colonos franceses prófugos de Haití, la tonadilla escénica española y la ópera italiana.

Sin embargo, la obra muestra la preferencia del autor por determinados autores y la no inclusión de otros, igualmente por su predilección. Tal es el caso de Gonzalo Roig y Rodrigo Prat, compositores y figuras relevantes del teatro lírico con obras como «María la O», «Cecilia Valdés» y «Amalia Batista». A su vez, existen otros que apenas fueron mencionados a entre líneas, como el ejemplo de Ernesto Lecuona y Eduardo Sánchez de Fuentes.

Se dice que Alejo Carpentier nunca hizo una revisión a fondo de sus juicios en este libro, a pesar de que este tuvo nuevas ediciones, primero en La Habana de 1961, luego en 1972, de nuevo a cargo de Fondo de Cultura Económica y por fin en 1979, otra vez en La Habana. Esto propició que hoy sea motivo de crítica y cuestionamientos. En esta obra vemos al Carpentier periodista e historiador que no se aleja de sus inquietudes, cosa que para un científico de las ciencias sociales es pésimo, pero que para un novelista es sublime.

A decir de la musicóloga Zoila Gómez: “puede criticársele su falta de rigor pues aunque la bibliografía final es extensa, no se acreditan dentro del texto suficientemente las fuentes de donde toman las informaciones (…) Está muy presente la acción del sujeto y por ello dedica capítulos monográficos a nuestros músicos más destacados. Esto conlleva al establecimiento de lo que, a juicio del autor, son los puntos culminantes de nuestra historia musical. Aceptables o discutibles, el mérito es que están planteados”.

La cualidad mayor fue el hecho de que por primera vez era posible consultar un texto donde no sólo se evaluara la labor de ciertos compositores notables, sino donde se ofreciera un enfoque historicista y bastante desprejuiciado de las sucesivas síntesis de la cultura cubana.

Hasta esos años el componente africano en la cultura cubana estaba bastante soslayado, sin embargo, Alejo Carpentier los sacó a la luz y los mostró. “La música en Cuba” respondió a un público masivo permitiéndoles conocer la historia musical de su pueblo.


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