Quizás la Isla perdió un médico excelente cuando Rubén González decidió dedicar su vida al piano, pero definitivamente la música cubana ganó uno de sus instrumentistas más emblemáticos.
Su paso por las bandas más destacadas de la época lo demuestran. Pero el hecho de que, junto a otras estrellas de la música cubana, fuese invitado a formar primero la Afro Cuban All Stars y luego el proyecto Buena Vista Social Club son avales más que suficiente.
Así, junto a grandes como Bebo Valdés, Guillermo Rubalcaba, Lilí Martínez o Peruchín Juztiz; Rubén González es considerado dentro de las estrellas más rutilantes y autóctonas del piano en la música cubana del siglo XX.
Maestro, doctor y finalmente músico
Nació el 26 de mayo de 1919 en la provincia de Villa Clara, pero luego la familia de Rubén González se trasladó luego a Cienfuegos. Es allí donde el niño de siete años comenzó sus estudios formales de piano con la profesora Amparo Rizo, luego de aprender sus primeras notas con la ayuda de su hermana mayor.
Rubén se graduó a los 15 años en el Conservatorio de Cienfuegos, al tanto que se hacía maestro normalista y comenzaba estudios de Medicina. No obstante, su pasión por la música —que hasta ese momento veía más como afición que como carrera— le animó a abandonar los estudios en el cuarto año de su formación, para probar suerte como instrumentista.
En 1941 se trasladó a La Habana, dónde tocó en agrupaciones de reconocido prestigio como las charangas de Paulina Álvarez, Kuvavana y Sensén Suárez. Tocó además en la Jazz Band Siboney, la Orquesta Riverside y la Orquesta América.
Una de las más agrupaciones que más desarrolló su talento fue el Conjunto de Arsenio Rodríguez. En él, Rubén aprendió y desarrolló la rítmica del piano dentro de la clave cubana. Con esta agrupación grabó su primer disco en 1943, alcanzando fama nacional e internacional.
La consagración: el Buena Vista Social Club
Después de trabajar en varios países latinoamericanos en los años 50 y 60 —especialmente en Venezuela—, Rubén regresó a La Habana e integró varias agrupaciones hasta la década del 80, momento en el cuál se retira de la música.
No obstante, esta despedida fue solamente un corto “hasta luego”. En la década de los noventa, gracias a la gestión de Juan de Marcos González, el otrora jubilado Rubén González relanza su carrera junto al Afro Cuban All Star.
Con ellos grabó A Toda Cuba le Gusta (World Circuit, 1997) y Distinto y Diferente (World Circuit, 1999). El éxito internacional de esta agrupación, puente entre el son tradicional y las nuevas generaciones, continuó con el proyecto Buena Vista Social Club en 1996. El álbum homónimo Buena Vista Social Club ganó el Grammy de 1997, así como el merecidísimo reconocimiento internacional que estos maestros merecían.
Estos no fueron los únicos fonogramas con los que Rubén relanzó su carrera musical. Quedan también:
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Introducing Rubén González (Nonesuch / World Circuit/Nonesuch, 1997. Nominado al premio Grammy)
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Indestructible (EGREM, 1998)
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Estrellas de Areíto (Edenways, 1999)
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Rubén González & Friends (Contacto Latino, 2000)
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Sentimiento (Import, 2000).
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Chanchullo (Nonesuch / Elektra, 2000. Nominado al Grammy Latino en 2002)
Del maestro González se recuerda su sólida técnica y su sobrado talento en la improvisación, que exudaba cubanía en cada nota. Así fue hasta su desaparición física el 8 de diciembre de 2003, pero su ejemplo queda para las nuevas generaciones de pianistas, que aprenden de su legado.
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