Cuba cuenta en su repertorio cultural con grandes compositores, pero posiblemente ninguno haya alcanzado la talla de Ernesto Lecuona.
Antes de ser artista, este genial músico era un cubano de pura cepa que sintetizó en sus obras el sentir de toda una nación. Con una música, que combina lo popular y lo tradicional, la historia y el presente de su pueblo, Lecuona conquistó escenarios de todo el mundo sin olvidar jamás la tierra que lo vio nacer.
Sin embargo, no solo su inolvidable música hizo de Ernesto Lecuona un gran hombre. Su generosidad y buen carácter hicieron posible el estrellato de otros espléndidos artistas cubanos: entre ellos Esther Borja y Bola de Nieve. Por eso, a más de cincuenta años de su muerte su música sigue estando presente en todos los que gustan de los ritmos cubanos.
El niño se convierte en genio
Ernesto Sixto de la Asunción Lecuona y Casado nació en Guanabacoa, Cuba, el 6 de agosto de 1895. A los pocos días de nacido, una limosnera se acercó a su cuna y proféticamente lo llamó genio.
No iba por mal camino la mujer pues a los cinco años, el niño daba su primer recital. No es de extrañar entonces que ya a los trece tuviera lista su primera composición: Cuba y América. Fue un alumno brillante. El Conservatorio Nacional de La Habana lo vió graduarse con una medalla de oro en la materia de interpretación con solo dieciséis años.
Sus estudios continuaron fuera de Cuba. Francia y Estados Unidos fueron los países que escogió el autor para cultivar su arte. Y ya en esta etapa de aprendizaje su nombre quedaría por siempre grabado en la memoria cultural de Estados Unidos y toda América. Él introdujo en el país norteño la primera orquesta latina: Lecuona´s Cuban Boys. Esta banda de música afrocubana impregnó la década del 30 y el 40 del pasado siglo con sus ritmos afrocubanos.
A partir de entonces su carrera no hace sino avanzar y sus aportes a la música cubana son cada vez más evidentes, sobre todo en el teatro lírico pues con él la zarzuela toma su forma definitiva. La Revolución del 59 fue motivo de gran entusiasmo para el compositor, el cual organizó grandes espectáculos en el Auditorium Amadeo Roldan de La Habana. Por desgracia, estas fueron sus últimas actuaciones en el país que tanto quiso pues muere poco después, en 1963, en Santa Cruz de Tenerife, España.
Con ritmo de comparsa
Son muchas las canciones compuestas por Ernesto Lecuona. De hecho, se dice que en un día escribió cinco. Noche Azul, Un beso, Madrigal, La Comparsa, Por eso te quiero son algunas de las más famosas. No solo se dedicaba a escribir la letra, sino que también musicalizaba poemas ya publicados.
En los escenarios
Es el teatro uno de los escenarios en los que Lecuona brillo con más fuerza. A su nombre queda ligada la mejor zarzuela cubana. Para el teatro lírico compuso su obra maestra: María la O. La romanza cubana en su forma definitiva fue el aporte más importante que hizo Lecuona a este género.
Verdaderas obras maestras se inscriben en este acápite de su producción: Triste es ser esclavo, Rosa la China, Lamento africano son algunos de los ejemplos más notables. Valses para piano, opera, ballet fueron otros campos en los que incursiono Ernesto Lecuona, el más universal de los músicos cubanos, ese que son damiselas encantadoras hace soñar todavía a los amantes de la buena música.
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