Cuando hablamos de músicos cubanos, lo primero que nos viene a la mente son cantantes o instrumentistas que han fundado sus propias bandas, por cuyo renombre son conocidos. Así, asociamos a Juan Formell con los Van Van, a Chucho Valdés con Irakere, a Yumurí y Sus Hermanos y así sucesivamente.
No obstante, hay grandes instrumentistas en la música cubana que tienen el mérito de haber servido y servir a músicos y agrupaciones de renombre internacional, sin atraer las luminarias hacia su talento.
No obstante, por mérito propio, Oliver Valdés Rey es uno de esos nombre que tienen lustre no por su trabajo en solitario, sino por su maestría y su como el gran percusionista que es.
El ritmo en la sangre
Hijo del afamado guitarrista Jorge Luis Valdés Chicoy, miembro de Irakere, era solo lógico que Oliver Valdés Rey se inclinase también por la música.
Nacido en La Habana, el 11 de noviembre de 1981, Oliver ingresó en la escuela de música Manuel Saumell para estudiar el nivel elemental, y luego completó estudios en la escuela de nivel medio Amadeo Roldán, graduándose en el año 2000.
Con solo 16 años comenzó como baterista en diversas agrupaciones habaneras, compartiendo escenarios con grandes de la música cubana como Bobby Carcassés, Cachao López, Ibrahim Ferrer, Issac Delgado, Leo Brouwer, Manuel Galván, Omara Portuondo, Silvio Rodríguez y muchos otros. Es miembro también del proyecto Interactivo, que dirige Robertico Carcassés, que se ha presentado en escenarios de América Latina, EE.UU., Europa y Japón.
A lo largo de su carrera artística Oliver ha intercambiado y colaborado también con maestros de la percusión nacionales y extranjeros, como Adel González, Aldo Mazza, Chuck Silverman, Don Famularo, Enrique Plá, Giraldo Piloto, José Luis Quintana, Memo Acevedo, Pancho Quinto, Pancho Terry, Samuel Formell, Tata Güines, Tomás El Panga Ramos o Yaroldi Abreu.
Tocar batería pensando en las raíces cubanas
El también artista exclusivo de las marcas Sabian y Vic Firth, es jurado del concurso de percusión La Fiesta del Tambor.
Como parte de éste, aboga por que las nuevas generaciones de percusionistas dejen de estar influenciados por los ritmos foráneos y aprovechen a la hora de tocar la batería las ventajas de vivir y trabajar en un país con tantos ritmos autóctonos.
Para Oliver, la batería no es más que la evolución del tambor, por lo que recomienda a los que empiezan que se nutran de los ritmos de esta isla y los trasladen al instrumento. Para ello, según él, no solo es importante conocer a los artistas contemporáneos, sino regresar a los orígenes de nuestra cubanía.
Si deseas conocer más sobre el desempeño de este y otros músicos cubanos, suscríbete a nuestro sitio web. Y ayúdanos a difundir la buena música cubana compartiendo este artículo en tus redes sociales.
0 comentarios