La historia de los tambores en Cuba se remonta a los tiempos de antes de la conquista española.
Los aborígenes de la isla poseían una especie de tambor, cuyo sonido surgía de la vibración producida cuando se percutía sobre la madera de la que estaba compuesto. No fue hasta la llegada de los esclavos, y la licencia de construir instrumentos musicales, que los tambores comenzaron a usar cuero y, por tanto, ganaron el peculiar sonido que los caracteriza hoy en día.
La necesidad de cantarles a sus dioses hizo que los esclavos crearan una variedad de tambores, cada uno destinado para rituales específicos. Entre las maracas, la conga, el bongó y las pailas, destaca por su sonido y variedad, la tumbadora.
La tumbadora cubana
Se cree que el Tambor Congo, nuestra Tumbadora, procede de la Regla Bantú, localizada en el Congo, región a la cual debería su nombre. De lo que no cabe duda es que la tumbadora es una adaptación de los tambores africanos, formados por un tronco ahuecado que poseía una piel tersa en uno de sus extremos.
No es difícil identificar a la tumbadora en una orquesta popular cubana. Su forma como de barril fijada con clavos le confiere un sonido peculiar muy característico.
La tumbadora presenta tres tamaños específicos, cada uno diseñado para producir sonidos diferentes. La de tamaño más grande es conocida como Conga bajo o, simplemente, tumbadora. El tambor intermedio es llamado Conga y el menor es el nombrado Quinto. Este último tiene un sonido agudo que lo hace el favorito para realizar improvisaciones, aunque es considerada como la tumbadora más complicada.
Los ritmos base en los que interfiere la tumbadora son siempre producidos por las dos primeras, mientras que la tercera es casi siempre utilizada solo para improvisar. Los conocidos aros y llaves metálicas de las tumbadoras fueron, de hecho, incorporados al instrumento por el conguero cubano Basilio Eliseo Pozo, El colorao, quien tocaba en Todos Estrellas, conjunto de Arsenio Rodríguez. Esta innovación permitió eliminar el período de calentamiento previo al inicio de cada concierto, obligatorio en el caso de la tumbadora que necesitaba “calentar los cueros”.
Aunque en un principio este instrumento se utilizaba solamente con fines folclóricos relacionados con la religión, pronto su uso llegó a las conocidas comparsas callejeras, las congas cubanas, y, de ahí, a las orquestas de música popular de nuestra isla. Las tumbadoras son utilizadas para el famoso guaguancó y las tradicionales rumbas, que pueden explotar en cualquier esquina de la isla en tumbadoras improvisadas con cajones que mantienen, sin embargo, su ritmo típico.
Un instrumento presente en cada orquesta
Muchas de las más reconocidas orquestas cubanas que incluyen tumbadoras en su repertorio han mantenido la función tradicional de este instrumento al tocar la música típica de las religiones yoruba y abacuá, por mencionar algunas. Los conocidos Muñequitos de Matanzas, fundados en esta ciudad, son una de las orquestas cubanas en las que mayor representación de los instrumentos afrocubanos existe. Con cerca de 14 percusionistas y el acompañamiento de sus propios vocalistas y bailarines, especializados en los ritmos y danzas rituales afrocubanas, esta orquesta es reconocida por su música en toda la isla y el mundo.
Tata Güines, Mongo Santamaría y José Luis “Changuito” son solo algunos de los nombres que han dotado a la tumbadora, y la percusión cubana en general, de un renombre internacional y han colocado a este instrumento en el centro de los ritmos cubanos.
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